Warning: Use of undefined constant id - assumed 'id' (this will throw an Error in a future version of PHP) in /home/heliovera/public_html/heliovera.php on line 84
Documento sin título






Helio Vera: el viajero que ya emprendió el camino

                        Por Mario Ferreiro

“Las cosas llegan a su tiempo, nunca antes ni después, ni siquiera la muerte”
Saro Vera
Todavía se estará riendo de tanto panegírico y ditirambo. Justo él, que dedicó su pluma y su intelecto a la demolición de los estereotipos, que buceó hasta el fondo de nuestras almas en busca del hueso perdido, termina siendo involuntaria víctima de tanto elogio acumulado, de tanto encomio excesivo.
   Debe ser su última broma, aquella que dejó escrita en algún recodo del vasto universo, a la espera de la improbable eternidad, suavemente arrullado por una infinita canción de cuna celestial.  En ese parnaso –otra antigualla de lamentable empleo-, ya está el querido Helio Vera, una luz que fulguró centelleante en medio de la oscura noche intelectual paraguaya de los últimos tiempos.
  Su viaje hacia la memoria colectiva es solo cuestión de tiempo. Sus libros se encargarán mas tarde o más temprano de hacer el trabajo que todavía retrasamos aquellos que nos empeñamos en cantarle loas en vez de comenzar a leerlo compulsivamente.
  Helio supo como ninguno desvestir de solemnidad a una obra igualmente magnifica, y navegó con suficiente habilidad por prácticamente todos los géneros que abarca la palabra escrita. Cultivó como pocos el noble arte de la conversación, en el que muchos olvidan que también hay un tiempo destinado a escuchar, y no solamente a hablar.
   Así era el Helio que todos comenzamos a extrañar cuando el destino irremediable comenzó a llamar a su puerta en el triste mes de marzo de 2008, para conducirlo al generoso lugar que hoy ocupa entre nuestros mejores recuerdos. Es el mismo que escribió:
  “Es imposible darle el esquinazo al destino. Es natural, por todo eso, que el destino sea más cruel con los débiles. Porque esto forma parte de una sólida ley cósmica: el rayo solo caerá sobre la cabeza del pobre. O, en otras palabras, mboriahu akâ´mante ho’a la rayo”.
  Es el mismo Dr. Vera que fatigaba los laberinticos pasillos de la Fiscalía General del Estado, el que nos deslumbraba con sus columnas en ABC Color donde escribió intermitentemente desde la fundación del diario en 1967, el profesor de facultad sin una pizca de petulancia, el que frecuentaba a sus amigos de siempre en el Café Literario Caloría, “donde jamás se leyó un libro”.
   Helio siempre con dos libros a punto de editar y otros dos enteramente concebidos en su privilegiada y prolífica psiquis, incansable inventor de fantasías, minucioso relevador de todas y cada una de nuestras miserias del comportamiento social. El acuñador infatigable de términos, expresiones y giros idiomáticos que terminaron siendo de uso común, como el recordado “pucheroducto”, con el que identificaba al medio de vida preferido por nuestros compatriotas: el acceso a distintas formas de remuneración por parte del erario público sin tener que mover un dedo para conseguirlo.
   Crítico acido de nuestra angustiante realidad, de la cual no se creía exento, Helio pasó por la vida como quien camina sobre un jardín de espinas sin mostrar dolor alguno. Siempre irónico, mordaz, o francamente iconoclasta, se puede decir también de él que, elegantemente, nunca dejó títere alguno con cabeza.
   Que personaje este doctor Vera que tanto ya nos hace falta en el aburrido mundo que se empeñó en abandonar apenas unas semanas después que su hijo mayor. Ahora además de recordarlo con tanta nostalgia habrá que leerlo y enseñar su obra a quienes solo lo recuerdan como una vaga presencia en el mundillo siempre limitado y chato de los medios de comunicación. Ese será el mejor homenaje para un hombre que le huía sistemáticamente a los elogios y cultivaba la modestia intelectual como un método de sobrevivencia.
  Comencemos por “En Busca del Hueso Perdido (Tratado de paraguayología)”, su gran best-seller; una joya inalcanzable en el difícil arte de entendernos como sociedad. Ese pequeño prodigio de 240 páginas en el que el propio autor nos recuerda que “la muerte ko jadeve voínte (la muerte la debemos desde siempre)”.
   Hasta pronto querido Helio. Cada uno sabrá cómo sobrevivirte con dignidad. Yo por lo pronto ya tengo tus libros en mi mesita de luz, como biblias profanas que me ayudarán a pasar el tiempo, hasta que llegue el día de acompañarte en tan misterioso y atractivo viaje.